Tradicionalmente los agentes culturales se han agrupado en colectivos más o menos organizados en el que el desarrollo de sus diferentes actividades se veían protegidas y justificadas, ya que se encuadraban en corrientes y esquemas compartidos por todos los miembros. Y está bien que siga siendo así porque en los espacios compartidos surgen manifestaciones que difícilmente podrían darse en otros ámbitos y porque, de alguna manera, las asociaciones hacen sostenibles la cultura, no sólo desde el aspecto económico, sino también ideológico. Además se blindan ante la injerencia de ciertos poderes.
Ultimamente han surgido con mucha fuerza activos culturales, ciudadanos y ciudadanas que desarrollan una intensa actividad cultural, social e incluso política desde el anonimato, o bien porque la globalización dificulta la visualización de su obra o bien porque el escaparate de la Red es suficiente recompensa. Y es precisamente la generalización de las herramientas y facilidad de uso, lo que ha potenciado el nacimiento de nuevos activos culturales que desarrollan una contante tarea. Es Internet un lugar de encuentro y de intercambio para estos dinamizadores de la actividad social.
Se convierte en un objetivo de primer orden para los gestores de la cultura del siglo XXI, posibilitar el encuentro de los activistas y facilitarles lugares para el descubrimiento de su obra, pero respetando el espacio íntimo de cada uno. Saber escuchar desde la administración las voces anónimas que son capaces de crear, de formar, de educar, de participar y de proponer, es una misión irrenunciable; hacerlo, sería, simplemente perder las oportunidades de crear el entramado necesario para que la producción no cese nunca y se desarrolle de manera descontrolada. Intentar lo contrario, sería un losa que luego sería complicado volver a levantar.
Surgen nuevos lenguajes, nuevas semánticas; lo que no es transformable deja de ser útil, porque la cultura recicla, incluso las ideas y tendencias que parecían olvidadas. La crisis es una oportunidad. Los valores cobran sentido. La práctico es un valor. La calle es el nuevo escenario, de nuevo, ante la intranquilidad social.
Daniel Martín
Director de Gobierno de Cultura y Ocio.