26 mar 2012

La calle habla.

La calle habla. Este concepto, de la calle como agente activo en la comunicación social, no es una simple consigna post-modernista, fomentada por el espíritu de los movimientos hippies, raperos, urbanos o indignados. Es una idea mucho más amplia, que convierte a los espectadores en actores.
La calle, como espacio de relaciones, de encuentros y despedidas, de juegos y quedadas, se fue convirtiendo en un desierto humano, donde los coches invadieron casi todo, donde las aceras se achicaron y los árboles se sustituyeron por farolas.
Pero ahora queremos recuperar el espacio de encuentro para la ciudadanía, el espacio cívico que conforman las avenidas, el asfalto, las plazas y los parques. Es el momento. Es la manera de recuperar los huecos que han dejado una gestión desenfrenada, sin objetivos claros, basada en la subvención y en el capricho, en el centralismo.
Poner el arte en la calle, a los pies del viandante, es un ejemplo de ello. Es acercar los procesos artísticos al ciudadano. Es la democratización del arte, la puesta en escena de una manera de entender la gestión cultural, alejada de los despachos y las programaciones en los circuitos habituales. Es la humanización del producto cultural, donde dejamos de ser agentes pasivos y nos convertimos en productores vitales de las obras, para hacer que estas cobren un nuevo valor cada vez que nuevas miradas deciden pararse por unos minutos a escuchar, mirar, moverse… en definitiva, a participar.

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